viernes, 13 de febrero de 2015

Para el Cronista - Una grieta con 15 millones de argentinos que no llegan a la canasta básica




Promediando el mes de febrero, la sociedad se encuentra sumergida en el debate público sobre la causa Nisman como eje central entre los temas que se abordan por estos días.

La marcha convocada para el 18 refuerza el costado político de una causa que tiene derivaciones múltiples e implicancias aun incalculables en todos los frentes posibles. Expondrá la famosa brecha, una grieta que asoma vertical entre dos sectores de la sociedad sobre el posicionamiento, sea a favor o en contra del gobierno. Diferencia que ha llegado a obturar la posibilidad por parte de quienes se encuentran a un lado y otro de ese abismo, en cuanto a valorar lo positivo y negativo; donde se cuestiona a quien dice por su característica y pertenencia ideológica antes que las ideas concretas que la persona exprese.

Estamos en un tiempo donde caemos sistemáticamente en la falacia ad hominem, típico recurso argumental que se utiliza para no discutir ideas a partir de la descalificación de quien las expone.

Este recurso solo deja en evidencia a unos y otros sobre la carencia de pensamientos profundos que tengan valor concreto tanto en lo que hace a la caracterización de la realidad como a las propuestas para modificarla de forma permanente en el tiempo.

La verdadera grieta vigente desde hace 20 años en nuestro país no es vertical sino horizontal, tiene que ver con una Argentina de dos velocidades que muestra el devenir de clases medias y altas que disfrutan y sufren determinado tipo de problemáticas vinculadas con el acceso a bienes y servicios propios de su clase, mientras que del otro lado de la grieta existen unos 15 millones de argentinos que intentan completar la canasta básica total.

Esos que llamamos pobres e indigentes y para quienes no hay mucha más visibilidad que la que otorga la cobertura de policiales en zonas marginales o a los sumo un poco de pantalla cuando se acumulan en interminables colas aguardando el colectivo, los días que paran los ferroviarios.

La Argentina que no vemos es la protagonista del otro lado de la verdadera grieta que no hemos podido cerrar como pueblo en lo que va del siglo XXI. Resulta curioso que no solo no se vean propuestas concretas para resolver este problema central del país, sino que no parece haber intenciones siquiera de visualizarlo toda vez que aun seguimos sin conocer datos oficiales sobre pobreza en indigencia.

Cierto es que lo que luce más razonable para poder pensar en achicar esta verdadera brecha, es tener clara su existencia y dimensión pero no es menos cierto que una vez establecido esto, el camino para resolver el problema tiene elementos comunes ya sea se planteen soluciones de corte ortodoxo o heterodoxo en el plano político, económico y social (utilizando la categorización económica en este caso para los tres aspectos, dado que su simetría con los encuadramientos políticos resulta evidente).

Nada nuevo se ha escuchado de los principales candidatos respecto de planes nacionales de reducción de pobreza, ni que hablar de planteos que ubiquen dicha reducción como un objetivo central de gobierno.

No hemos sabido hasta aquí cómo se piensa operar respecto de los problemas propios de la marginalidad y la conflictividad salarial que hace al 34% de trabajadores que aun permanecen en negro. Así como no se supo cuáles son los planes de contingencia para atender la situación urgente de los cientos de miles de jóvenes de entre 16 y 24 años que no estudian ni trabajan.

El sistema tributario vigente, cobra en este sentido un rol determinante dada su función propia (junto con el gasto/inversión pública) relativa al proceso de redistribución.

Sucede que el aspecto fiscal hasta aquí solo alimenta debates sobre el quantum de los gastos, y la forma de cumplir con las metas de recaudación pero poco se analiza sobre la eficiencia de las erogaciones que se realizan.

La posibilidad de elevar la eficiencia del gasto, solo se logra con un plan concreto a lo largo de varios años, y esto permitiría suponer una mejora en la calidad de vida, fundamentalmente de aquellos que pertenecen a la argentina que no vemos o no queremos ver.

Resulta imposible implementar estrategias de largo plazo sin la construcción de consensos amplios que supongan políticas de estado.

Para ello se requiere de un amplio compromiso de la dirigencia que mas allá de pensar en resolver los problemas sólo a partir de la aplicación de los planes macroeconómicos y los ajustes que se proponen, debería pensarse o repensarse a si misma en el sentido de ubicar la disputa política con centro en la transformación concreta de la vida de los ciudadanos antes que la mera tarea de obtener y conservar el poder.

Claro que para eso hace falta que quien gane las próximas presidenciales piense en las siguientes generaciones antes que en las siguientes elecciones. Algo que hoy parece una utopía propia de un país adolescente.

domingo, 8 de febrero de 2015

Para La Gran Epoca - Argentina: El conflicto con los holdouts pasa más por una cuestión política que económica


En diálogo con La Gran Época, el economista argentino Matías Tombolini habló de los temas más relevantes de la economía local para un 2015 marcado por las elecciones presidenciales de octubre



Ampliar foto
El economista Matías Tombolini consideró que la resolución del conflicto con los holdouts en un año de elecciones pasa más por una cuestión política que económica (Cortesía Matías Tombolini)


Ampliar foto
Tombolini alertó que el gobierno debe balancear entre la recesión y la inflación para no perder el equilibrio (M. Tombolini)





Aunque continúa brindando conferencias y ejerciendo la docencia en la universidad, y a pesar que considera que es “casi una exageración” catalogarlo como periodista, lo cierto es que el economista argentino Matías Tombolini adquirió un amplio reconocimiento a partir de sus exposiciones simples y didácticas sobre diversos aspectos de la macroeconomía y las finanzas personales en diferentes medios de comunicación de Argentina.

Tal vez su particular y empático estilo de comunicar temas complejos y distantes para el ciudadano común provenga de las inquietudes que traía desde pequeño. “Desde adolescente me gustó siempre la política, la cuestión social y las matemáticas, de ese modo encontré en la economía la ciencia que de alguna manera condensa esas cosas de un modo equilibrado y apasionante para mí”, señaló el economista en este diálogo con La Gran Época.

En un año marcado por las elecciones presidenciales de octubre, Tombolini consideró que la solución con los holdouts pasa más por un tema político que económico, ve difícil una baja voluntaria de la presión impositiva, alertó sobre las consecuencias que puede traer una devaluación, pronosticó como puede impactar la caída del precio del petróleo en la economía doméstica y, por supuesto, brindó algunas opciones atractivas de inversión para los lectores no especializados en la materia.

- ¿Cómo te definirías como economista? Keynesiano, liberal, desarrollista, etc.

Creo en la posibilidad de pensar un capitalismo nacional que privilegie los intereses del conjunto por sobre la concentración económica. En ese sentido siento que el Keynesianismo y aspectos desarrollistas son valiosos, pero no significa que haya que dejar de considerar los aportes que puedan brindar diversas escuelas económicas.

Entiendo que nada es definitivo y las políticas que sirven hoy pueden no servir mañana. Insisto, lo relevante no es abreviar en tal o cual línea de pensamiento académico sino tener claro los intereses que se defienden y el conflicto central que rige en el capitalismo. Esto es, entre el capital y el trabajo.


No hay que forzar las inversiones, sino convencer; y eso se hace dando información confiable para tomar decisiones libremente

- ¿Cómo te parece que avanzará el tema de los holdouts durante este año? ¿Considerás que la negociación quedará para el próximo gobierno?

Si hay algo que definió la situación con los holdouts desde la decisión de la CSJ de EE.UU. de no tomar el caso argentino en junio pasado, es la incertidumbre. Todo lo que los especialistas pensaban no se dio. No hubo arreglo, el país no cayó en cesación de pagos, el mundo no se desvinculó de la Argentina. Y esto sucede porque el gobierno no lo trata como un tema económico, sino político. Prioriza el balance de beneficios/desventajas desde lo político y no desde lo económico. Por lo tanto, para tratar de entender qué sucederá, tenemos que mirar más la política que la economía. Y la política, por ahora, viene diciendo que es más beneficioso no arreglar y “tratar de pasar el invierno” hasta octubre, que llegar a un arreglo y simular ser derrotado. El gobierno ve que se ganan más votos manteniendo el conflicto que los que se pueden perder por la profundización de la caída de actividad producto del default selectivo (y sus consecuencias). Por lo tanto, imagino que el arreglo, si sucede este año, solo estará determinado por necesidades económicas que sean funcionales a un plan político. Si no, habría que aguardar al próximo año.


Cuando aparece la recesión, la inflación se desacelera. El gobierno tiene que cuidar mucho ese balance para no perder el equilibrio

- ¿Cómo ves la situación fiscal y la inflación en un año de elecciones?

Es una constante en la historia presupuestaria de los últimos años (por no decir décadas) que los años electorales son de mayor gasto público que los no electorales. Claramente se proyecta un gobierno que intente seguir promoviendo el consumo, dando beneficios y no recortando los subsidios. De no haber una mejora en los ingresos del Tesoro, es esperable un mayor déficit, ya que los gastos no se ven recortados.

La presión tributaria es el gran interrogante, ya que es la financiación del estado, pero también una baja impositiva atrae a votantes indecisos. La estrategia del gobierno actual siempre fue mostrar la recaudación como la fuente de los subsidios y beneficios que otorga el estado, por lo que no veo una baja voluntaria de la presión impositiva. Pero 2013 y 2014 fueron años donde el atraso en la actualización de bases impositivas dañó gravemente al ingreso.

El impacto que pueda tener el mayor gasto en la inflación se tiene que tamizar primero con la caída en el nivel de actividad. Cuando aparece la recesión, la inflación se desacelera. El gobierno tiene que cuidar mucho ese balance para no perder el equilibrio.

- En este contexto, ¿se podría impulsar una devaluación controlando que no impacte significativamente en los precios internos?

Cuando un gobierno utiliza por tanto tiempo el tipo de cambio como variable de ajuste (siendo el ancla para los precios), su influencia en las expectativas supera el de la influencia en la matriz de precios. Por ejemplo: un fabricante de bienes 100% nacionales puede que suba sus precios ante una devaluación por el hecho de querer cubrirse ante subas de otros bienes que dependen del dólar, y como todos piensan que el dólar les repercute, todos suben sus precios para cubrirse. Devaluar sin provocar inflación requiere una matriz de producción que no sea tan dólar-dependiente, y eso no se logra en el corto plazo, sino que requiere de trabajo tanto de los procesos productivos, como de la generación de expectativas. Sin embargo entiendo que hoy el tipo de cambio tiene presiones adicionales a las que tenía en el pasado, y esto tiene que ver con la fortaleza del dólar en el mundo y su correlato en la caída del precio de las commodities y la devaluación de las otras monedas de la región.

- ¿Te animás a pronosticar un valor del dólar para fin de año?

Depende si hay o no arreglo con los buitres y además de cómo evolucione la situación del precio de las commodities así como el resto de las monedas de la región al tiempo que lo que suceda con la tasa de interés en Estados Unidos será un factor relevante en esta materia. Conclusión: Prefiero pasar esta vuelta y evitar un pronóstico concreto en esta materia.


“Habría que pensar la forma de salir del Veraz en el que se encuentra nuestro país”

- Si pudieras asesorar al próximo presidente de la Nación, ¿qué le recomendarías para salir del cepo cambiario?

Imagino que para salir del cepo lo relevante sería sincerar el valor del tipo de cambio. Esto es si hoy se levanta iríamos todos a comprar porque la percepción del mercado es que esta barato.

Luego habría que pensar la forma de salir del Veraz en el que se encuentra nuestro país a partir del injusto fallo de Griesa. Si esto sucede podríamos contar con ingreso de capitales que permitan despejar dudas en el frente cambiario de modo que las reservas cobren una fortaleza que hoy no tienen.

Una vez que esto esté resuelto y, de la mano de una calma política que hoy no tenemos, podríamos pensar la posibilidad de mejorar los niveles de confianza en nuestra propia moneda y recién ahí pensar en salir del cepo.

- ¿Cuáles son los principales factores que atentan contra el desarrollo económico del país y la llegada de mayores niveles de inversión extranjera directa?

Seguridad jurídica. Proyección (desde el estado) de la política y la inversión a largo plazo. Información (estadísticas, de gobierno) creíble. El resto viene solito. No hay que forzar las inversiones, sino convencer; y eso se hace dando información confiable para tomar decisiones libremente.

- ¿Qué cambios habría que hacer para desarrollar el mercado de valores local y darle mayor liquidez?

La idea original de la normativa que se aplica a las aseguradoras para la inversión en economía local y productiva no es mala, pero su aplicación dejó mucho que desear, tanto desde la obligación de un piso de inversión, como por la escasez de productos ofertados en el mercado.

Se debe concientizar (y dar muestras reales de ello) de que el mercado de valores es un medio de financiación para empresas y Estados y no un centro de búsqueda de ganancias grandes y rápidas.

De hecho, la capitalización bursátil de nuestras empresas es la cuarta parte de la de Chile y 35% menor que la de Perú, por no mencionar a Brasil de quién no somos ni el 6%.

- ¿Cómo afecta la caída del precio del petróleo a Argentina y de qué manera crees que puede impactar en el desarrollo de Vaca Muerta?

El primer impacto en la caída del precio del petróleo es un ahorro para la balanza comercial de unos USD 2.000M. Sin embargo, el gobierno está acordando medidas para que esta baja del precio del crudo, que se traduce en baja de precios al consumidor, no afecte a las compañías petroleras (y evitar así que se destruyan puestos de trabajo dependientes de esa industria). Los convenios preliminares harían que el Estado tenga que cubrir un hueco cercano a los USD 1.200M en pos de dar soporte a la industria petrolera, por lo que el ahorro en términos netos no es de USD 2.000M, sino más cercano a los USD 800M.

Dada la estructura logística de Argentina (mayoría de trasporte vía camiones antes que ferroviario), la baja en los precios de combustibles baja los costos de muchos procesos productivos. Ahora bien, habría que verificar que los precios realmente bajen y no que se mantengan (creando un mayor margen para los productores y comercializadores). Nuevamente entramos con esto en la generación de expectativas y tratar de determinar cómo la oferta se cubre ante sus proyecciones a futuro.

La baja del precio del petróleo claramente hace que sea menos rentable la inversión en combustibles no convencionales, como es el caso de Vaca Muerta, pero la viabilidad del proyecto no depende de una variación del precio “de corto plazo” (período de 6 meses o un año), sino en lo que valdrá el petróleo en el momento en que se pueda extraer el mismo de los yacimientos, lo que tiene un plazo mayor. Las inversiones petroleras son a muy largo plazo.

- ¿Qué opinas de Vaca Muerta? ¿Y del impacto ambiental del fracking?

Vaca Muerta representa una oportunidad histórica, en cuanto a la posibilidad de convertirnos en un actor central en el mercado energético mundial, pero debemos recordar que energía tiene Noruega pero también tiene Nigeria. Es decir, contar con los recursos no es garantía de desarrollo.

En cuanto al fracking entiendo que es un debate pendiente pero tengo la impresión que es una tecnología que se ha convertido en un estándar y no hay muchas señales de que esto vaya a cambiar.

- ¿Qué opinás del modelo agroexportador actual y su dependencia de la soja? ¿Qué opinión te merece el Acuerdo con China y la actual asimetría en el comercio bilateral?

Ningún modelo mono-productivo (sea un producto del agro o de otro rubro de la economía) es bueno en el largo plazo. Del Acuerdo con China, más allá de los rápidos beneficios que trae para mantener el nivel de Reservas Internacionales, debe verse con mucho cuidado la letra chica, ya que una apertura comercial podría poner en alto riesgo a la industria nacional (y no por un tema de “competitividad productiva”, sino por las diferencias de calidad laborales, lo que es difícil de contrarrestar sin implicar desmedro para los trabajadores).

Aconseja invertir en...

- ¿Nos querés comentar en qué invertís tus ahorros?

Ante todo: diversificar, no tener todos los huevos en una canasta. En lo que respecta a bonos me gustan el Bonden 2015 (para el corto plazo, amortiza dólares en octubre) y el Bonar 24 (para inversión de mediano-largo plazo, paga una tasa en dólares de 8.75%).

- ¿Recomendás el dólar ahorro para aquél que pueda acceder al mismo?

Absolutamente. Cualquier bien que se venda barato y no pierda valor es una oportunidad. Hoy el dólar oficial cumple esas características.

- ¿Qué otros instrumentos de inversión recomendás para los no especializados en el tema?

Los Fondos Comunes de Inversión son una gran ayuda para los que comienzan en el mundo de las inversiones.

jueves, 5 de febrero de 2015

Para El Cronista - Relaciones carnales, el uno a uno de Cristina y el discurso delaruista de la oposición


Actualmente la Presidenta se encuentra en su altamente ponderado viaje a la República Popular China. Sin dudas, además de las reuniones con empresarios lo mas relevante acontece en los encuentros con los funcionarios del gobierno chino.


Es curioso pero hay algo que parece no figurar en la agenda de forma expresa, la visita de Cristina consolida una política exterior clara: Argentina tiene nuevas relaciones carnales, ahora con China.

Los acuerdos comerciales sin demasiados detalles con un país con el cual acumulamos un déficit comercial del orden de los u$s 14.500 millones en el último trienio, forman parte de una estrategia que incluye desde la cuestionada base china en Neuquén, hasta las generosas condiciones a sus empresas que se otorgan en el marco de la búsqueda de financiamiento. Alineamiento propio del que tenía nuestro país en los 90, solo que en ese momento era con Estados Unidos.

Sin manifestaciones formales en cuanto a las críticas que podrían caber al gobierno chino respecto de su política de derechos humanos, solo aparecen elogios y fotos en Twitter (que para los ciudadanos chinos se encuentra vedado) al mejor estilo de las que se sacaba de Carlos Saúl en sus visitas a Estados Unidos, en los denostados noventa. En aquella época íbamos a buscar dólares e inversiones a cambio de alineamiento internacional.

Hoy, vamos a China por lo mismo: dólares (o Yuanes, como prefiera) e inversiones. Y a cambio les damos condiciones que son comparables con algunos puntos del consenso de Washington.

Resultaría poco sensato criticar un mayor acercamiento con China, de hecho me parece estratégicamente acertado por parte de la presidenta, pero no deja de ser llamativo como la realidad concreta se contrapone a una retórica cada vez mas vacía de contenido.

No deberíamos olvidar que China se encuentra en una fase de su desarrollo capitalista, donde no está tan preocupada por exportar mercaderías, sino capital. Para decirlo claramente, el futuro implica un mundo más concentrado desde el punto de vista de la riqueza, donde los principales conglomerados económicos alrededor del mundo girarán (aun mas que hoy) sus ganancias a unos pocos dueños, y unos cuantos de ellos serán chinos.

Concepto de concentración de la riqueza tradicional, que fue brillantemente desarrollado por el economista estrella que le gusta a la primera mandataria, salvo por el hecho que estamos haciendo algunas cosas en la dirección de lo que el joven economista francés cuestiona.

Como complemento de este alineamiento casi ‘carnal’ Argentina transita hoy por un proceso de revaluación cambiaria que se torna cada vez más evidente. Sin entrar en tecnicismos, basta con mencionar que desde finales de enero de 2014 los precios avanzaron aproximadamente 25% más que el dólar.

No se trata de fomentar devaluaciones ni movimientos bruscos del tipo de cambio, pero en la Argentina ya probamos con un dólar retrasado a base de malabares financieros antes que mejora real de la productividad. Y el final lo conocemos todos.

Mientras el euro, el real, el peso chileno y el peso uruguayo por mencionar algunos, pierden fuerza contra el billete verde, aquí en el último año sucedió lo contrario. Lo cual, insisto, no es malo ni bueno en si mismo, sucede que un peso apreciado, sin una estructura económica que permita competir con fuerza en el mundo, solo es sostenible a base de endeudamiento (los 90) o cerrando el grifo de las importaciones con medidas como las actuales que ya nos están costando carísimo en el marco de la OMC, aunque eso lo va a pagar el próximo gobierno.

Ese reverdecer noventista de tipo de cambio retrasado y relaciones carnales, se verifica también en la convertibilidad energética que vivimos, con tarifas que sólo son sostenibles a base de falta de inversión y que nos hacen vivir en una fantasía de energía casi regalada la cual tendrá la realidad como respuesta al final del camino.

Por el lado de la oposición vemos algo así como un discurso delaruista, cuando decía: "Conmigo el uno a uno sigue". Hoy nadie le dice la verdad al pueblo, nadie tiene los cojones de plantear el verdadero costo que va a implicar corregir las distorsiones que se generaron y que es necesario encauzar si se desea que el desarrollo sea sostenible en el largo plazo.

Lo mas grave es que cuando hagan el ajuste en lugar de hacerlo sobre la base de gastar mejor, lo harán recortando el gasto y sin demasiada contemplación por los que menos tienen.

En definitiva, unos y otros bailan un minué donde la sociedad es espectadora de dirigentes que antes de pensar cómo cambiar el destino del país privilegiando el interés nacional y de los que menos tienen, lo que buscan es la foto que mas ‘garpe’, el tuit más taquillero y algún paso de baile que los haga más populares.

Hasta aquí, la verdad y el pueblo, parecen importar bastante menos que ganar una elección.