miércoles, 22 de octubre de 2014

Para El Cronista - Presupuesto: sólo se discute cuáles son los números


Esta semana avanzará la discusión en el Senado sobre un devaluado presupuesto nacional.

La idea que subyace a la formulación del presupuesto con las fechas que estipula la ley respecto de su presentación, implica algo obvio. Es una norma que debe ser tratada con la suficiente antelación y sobre la cual el debate debe ser amplio a fin de poder modificar los aspectos que los diputados y senadores, en tanto representantes de un país en teoría federal, consideren relevantes tanto para la nación como para las provincias.

El esbozo de discusión parlamentaria ha quedado resumido a la expresión de posiciones de carácter testimonial por parte de la oposición toda vez que no se les concede margen para negociar nada. En el mismo sentido los miembros del oficialismo deben presentar la correspondiente disciplina (natural a la hora de votar) en todo el proceso, sin chance de disenso durante el tratamiento de la ley en las comisiones respectivas.

De ese modo, sólo se replica el esquema de debate económico vigente en la Argentina durante los últimos años, donde no discutimos qué hacer con los números sino que seguimos deliberando sobre cuáles son estos.

No hay interrogación sobre como atacar las enfermedades porque no nos ponemos de acuerdo en el diagnostico. Mientras para unos la inflación es de 40% anual, para otros ronda la mitad. Al tiempo que el jefe de Gabinete expresa que el salario real no sufrió pérdidas durante este año, opositores, empresarios y gremios tanto afines al gobierno como los mas combativos, ponen sobre la mesa la necesidad de discutir aumentos o sumas fijas antes que finalice el 2014.

La idea de prever cursos de acción sobre el tiempo por venir son una utopía lejana que se desdibuja en discursos grandilocuentes que depositan su atención en la retórica antes que en la práctica.

El año entrante tendrá en la fortaleza del dólar, su correlato a la tendencia actual donde los precios de commodities y monedas caen como contrapartida de la suba internacional del billete verde.

Veremos como retacea en toda la región la llegada de inversión extranjera, y esto enfrentará a nuestras economías ante el desafío de la productividad. Si el crecimiento previo fue sobre la base de una modificación de los pilares que harían sustentable el desarrollo, entonces el tiempo de relativa escasez se podrá sobrellevar con herramientas sólidas como la capacidad de agregar valor innovando, compitiendo de igual a igual en mercados internacionales, donde lo que reina son los rendimientos antes que los discursos.

La experiencia del ArSat 1 permite demostrar que con recursos locales (y los cada vez mas deteriorados salarios argentinos) podemos competir en el mercado de la tecnología de punta, ofreciendo resultados de calidad a nivel global.

El año entrante, marcará tasas de interés que no serán mas bajas que las actuales sino al revés, forzando la búsqueda de mejoras en los rendimientos productivos de las compañías que verán deteriorada su hoja de balance cuando el dinero sea mas costoso.

Con dólares mas caros y escasos, con desafíos concretos en cuanto a regenerar las condiciones de crecimiento sostenido, la caída del precio de la soja y el resto de las oleaginosas, así como el aumento (injustificado) de los combustibles a nivel local presentan un frente de conflicto que debería ser abordado estratégicamente desde las esferas oficiales.

Mientras el petróleo bajó 20% en moneda dura, los últimos doce meses, devaluación mediante, el costo del crudo se encareció 15% en moneda local, al tiempo que en el surtidor el incremento supera el 60%, el gobierno sigue sin decir nada al respecto.

El presupuesto calla sobre todo esto, no plantea un plan de acción y mas bien se encamina a ser aprobado para convertirse en una autorización para gastar pesos que cada vez valen menos antes que en una herramienta de gestión para mejorar la vida todos.

sábado, 11 de octubre de 2014

viernes, 3 de octubre de 2014

Para El Cronista - El fin de lucro no es un delito penal

La idea de una conspiración permanente que busca desestabilizar al gobierno es una forma de pensar que puede tener cierto asidero si es que los hechos que muchos identifican como consecuencias, en realidad son causas. El ejemplo de los productores de soja es bastante claro, ¿son ellos algunos de los actores que presionan por la devaluación o, dado que esperan una devaluación en función de la señales que envía el propio gobierno, guardan la soja para cuando puedan obtener mas pesos por dólar?


Cierto es que a los productores como al resto de los actores económicos del sector privado los moviliza el fin de lucro, que por ahora no esta tipificado como delito en el código penal, y que es lo que se encuentra como una de las bases en las relaciones de producción que rigen el sistema capitalista.

Con mas o menos nivel de regulación, el objetivo de ganar dinero sostiene la decisión de invertir, lo cual a la postre es un pilar en la generación de empleo. Nos guste o no; aún en el supuesto que la acumulación se genera en base a la captura de plusvalor; si compartimos la idea que el fin de lucro precede la decisión de invertir, lo que sigue es comprender que este lucro se basa en la idea de obtener la máxima ganancia con la menor cantidad de recursos posibles.

En ese sentido es que los productores buscan maximizar sus utilidades, lo cual sucede en argentina pero también en el resto de los países del mundo. Es decir que, entre otras cosas van a tratar de vender su producto o servicio al máximo precio que la demanda este dispuesta a pagar por ello.

Complementariamente el rol del estado es diverso y complejo cuando se trata de las ganancias del sector privado, dado que por un lado debe promover las inversiones que se basan en la maximización mencionada pero por otro lado debe regular dicha ganancia para redistribuir los recursos tratando de acortar la brecha entre los que mas tienen y lo que menos.

En esta tensión entre eficiencia (con los mercados supuestamente funcionando sin regulación) y equidad, es que el rol del estado cobra sentido en uno de sus múltiples aspectos como agente rector de la vida económica de un país.

Ahora bien, si el supuesto bajo el que actúa el estado es el de la conspiración permanente por parte de los privados quienes buscarían coludir para obtener ganancias por fuera de las normas y así romper este necesario equilibro entre mercado y estado, la figura de control y regulación se profundiza inexorablemente.

Estos controles, cuando se acrecientan, tienen un efecto nocivo similar al que genera la operatoria del sector privado por fuera de la ley para obtener ganancias extraordinarias, dado que si la intervención del estado se da de forma poco previsible e incremental, esto genera incertidumbre y por lo tanto desalienta las expectativas de ganancia que mueven parte de la inversión y brindan una porción del empleo.

Ahora bien, si consideramos la idea de la conspiración permanente, resulta difícil pensar que; para maximizar gananci as, la mejor estrategia sea la de generar un caos económico donde se destroce el valor de los activos, caigan el consumo y la producción, aumente la morosidad y se rompan los contratos.

Siempre existen actores concentrados que pueden obtener ganancia del caos, lo que parece difícil sostener seriamente, es que la mayoría de los que invierten y que son los mismos que lucran con el crecimiento de la economía, estén buscando la debacle solo por favorecer en interés de los fondos buitres.

Dicho esto, y considerando la relevancia extrema que tiene el rol del estado en la redistribución de la riqueza. Si lo que hay es mas tensión entre éste y el sector privado. Cuando antes que promover la inversión, se favorece la persecución (al menos declarativa), no queda claro cual será la riqueza que el mismo estado pueda distribuir en el futuro si lo que vemos es que se mueve en contra de la generación de la misma.