martes, 27 de mayo de 2014

Para Diario Perfil - Perspectivas más allá de la coyuntura

Estamos promediando el penúltimo otoño de Cristina en el poder y ya se comienzan a vislumbrar los diferentes armados políticos de cara a las primarias de agosto 2015.
Los candidatos van conformando sus equipos, tratando de ampliar sus espacios de influencia y construyendo nuevos mapas de distribución del poder.

Se reorganizan los viejos vínculos, se hacen jugadas como si fueran tiros de billar a varias bandas y se trabaja en el delineado general de la futura administración.

Es el tiempo de promesas, acuerdos amplios, garantías de lealtad múltiple y tertulias interminables. Poco a poco bares y oficinas se irán tiñendo de todo tipo de cálculos electorales sobre posibles alianzas y resultados probables.
En materia económica, hay ciertos puntos sobre los cuales todas las alternativas políticas, visibles hoy, parecen converger.

En mayor o menor medida desde Macri hasta Binner, desde Scioli hasta Cobos, pasando por Massa o De la Sota, todos han expresado su voluntad para revisar el mínimo no imponible para el impuesto a las ganancias a los trabajadores; las retenciones sobre algunas de las commodities que exporta Argentina, el nivel de apertura a los mercados internacionales, la promoción y fomento a la llegada de inversiones extranjeras; así como cumplir sin margen de dudas con los vencimientos de deuda publica.

En este sentido, el paso de muchos de estos candidatos por el Council of the Americas se enmarca en esta línea, y forma parte de algunas de las señales (juntamente con cierto giro del actual gobierno hacia una ortodoxia tardía) que han tomado los inversores internacionales para empezar a mirar a nuestro país como un lugar interesante para colocar algunas fichas en el tablero de la inversión financiera mundial.

Hasta finales de 2013 la Argentina era considerada junto con Venezuela, algunos países africanos y otros bajo situaciones bélicas, como un destino irrelevante para invertir. En la región, hemos sido superados por países con economías mucho más pequeñas, en lo relativo a recepción de inversión extranjera directa.

Es que nuestros activos presentan retrasos sorprendentes en cuanto a su valor, respecto del que tienen sus pares en la región. Aquí, no me refiero a Brasil, sino a Colombia y Perú, por considerar algunos.

Desde ya, el tiempo por venir no está exento de desafíos y hay aspectos sobre los cuales no todos opinan del mismo modo. Por ejemplo, el futuro de Aerolíneas Argentinas o el de Fútbol para Todos. En sentido inverso, pueden advertirse otros puntos que parecen estar fuera de discusión, como lo relativo a la vigencia de la asignación universal por hijo, o la titularidad estatal de la mayoría accionaria en YPF, con independencia de lo que hayan votado los diputados de los candidatos al momento de realizarse la expropiación de la mayor empresa del país o la forma de pago a Repsol. Lo mismo sucede con la estatización de las viejas AFJP, hasta aquí no hemos conocido manifestaciones que hagan suponer que se quiere retornar al viejo sistema de capitalización y reparto.

Sin embargo, la coincidencia más llamativa es que, por el momento, ninguno puso en discusión nada concreto en temas trascendentes como la baja de la alícuota del IVA, la reforma integral del impuesto a las ganancias para los trabajadores, la eliminación del impuesto al cheque, la implementación de esquemas de coparticipación automática para que el fondeo de obras provinciales y municipales no sean rehenes de la chequera del ministro de turno, por enumerar sólo unos pocos de una larga lista que parece olvidada.
De las iniciativas en economía, al menos hasta ahora, lo que se ve son básicamente acciones de marketing, es decir, iniciativas de alta potencia comunicacional, con un mensaje simple, casi que podría entrar en uno o dos tuits, que además resultan obvios a la hora de encontrar apoyos. Es decir, el aspecto demagógico de la política económica.

Esto no quiere decir que sean iniciativas nocivas para el conjunto, es más, en muchos casos resulta imposible no estar de acuerdo.

Sucede que la posibilidad de transformar el crecimiento de la década pasada en desarrollo sustentable, requiere mucho más que reflexiones televisivas de cinco minutos.

El primer paso a dar debería ser refundar el valor de la verdad para todos y cada uno de los candidatos. La construcción del concepto sobre la verdad y lo que ella significa es algo que los postulantes deben explicar sin excepciones.

Si los candidatos desean que sus políticas económicas sean creíbles antes que convenientes para el establishment, deberían estar fundadas en la verdad y desarrolladas desde esta concepción.
¿Sobre qué base un candidato que se presentó a un cargo que nunca asumió podrá sostener un conjunto de medidas que fomenten el desarrollo, aún cuando éstas, en un principio, no fueran estrictamente populares?

Cómo podemos estar convencidos de la sostenibilidad de candidatos que especulan con su postulación como si fuera una decisión gerencial en la que se busca maximizar el beneficio en función de la oportunidad, antes que someter al escrutinio social las ideas que les son propias.
Cuál es el argumento que nos invita a creer que las iniciativas declamadas serán las que se lleven adelante si la dimensión ética de la verdad no está incorporada como elemento de discusión fundante en las propuestas de dichos candidatos.

La mejor política económica debería ser la que reconstruya el compromiso entre lo dicho y lo hecho, más allá de las sugerencias de asesores de imagen y gurúes de turno sobre la opinión pública.

No se trata de convertir el proceso preelectoral en un debate académico ininteligible y alejado de la comprensión del pueblo. Tampoco en una carrera alimentada por la hoguera de las vanidades políticas donde, a la hora de la campaña, cada uno dice lo que supuestamente la mayoría desea escuchar antes que plantear un conjunto de ideas sobre la base del diálogo y el respeto por lo que se propone.

Cuando el compromiso sea transformar la realidad antes que sostener la imagen coyuntural, entonces podremos tomar las propuestas integralmente como un cuerpo de ideas para discutir. Mientras tanto, lo que tendremos frente a nosotros será la vieja fórmula, esto es, recursos cuantiosos, sonrisas ultrablancas, globos coloridos y actos de diseño; algo parecido, pero más moderno, a lo que usaron hace más de cinco siglos para conquistar nuestro continente, sólo espejos de colores

domingo, 25 de mayo de 2014

Para Diario Perfil - Si quiere la Copa, la Argentina deberá ganarla por primera vez sin crecimiento


Los campeonatos logrados en 1978 y 1986 se hicieron en un contexto de expansión del PBI. Con la crisis de 2002 la Selección no pasó la primera ronda. Estanflación y pelotas.

Desde que conseguimos el campeonato del Mundial de Fútbol de 1978 la Argentina cambió tres veces de moneda, y transitó décadas de alta inflación y devaluación de nuestra moneda.
En aquel año nuestra economía representaba aproximadamente el 0,65% de la economía mundial. Y ahora también.

Quizás lo más llamativo ha sido el aumento del endeudamiento externo que se inició en la época del proceso militar y que llegó a su punto cúlmine justo antes del default argentino de 2001/2002.
Nuestra capacidad de generar dólares ciertamente se acrecentó multiplicando las exportaciones casi 13 veces, del mismo modo que creció la necesidad que tenemos de utilizar bienes y servicios importados, ya sea como insumos o como bienes finales.

El PBI per cápita (en dólares del año 2000) pasó de poco más de US$ 8 mil a US$ 11 mil por estos días.

Sin dudas, el mundial donde tuvimos la peor performance económica fue el de 1990, mientras Diego Maradona jugaba en un pie y veíamos cómo Argentina pasaba de ronda, los números de la economía real eran mucho menos alentadores. Ese año la inflación fue superior al 2.300% y la devaluación araño el 5.500%.

A lo largo de la historia mundialista otro dato relevante es que hubo técnicos que duraron más que los ministros de Economía. De hecho, no se registran dos mundiales consecutivos con un mismo ministro.

Los mundiales de 1990 y 2002 son los que se corresponden con los períodos más tristes de la historia moderna de nuestro país en materia de números, ya que en ambos la indigencia era superior al 11 y 12% respectivamente. Aquí la diferencia deportiva fue que en el primer caso llegamos a la final y en 2002, para coronar un ciclo nefasto (no me refiero al gran Marcelo Bielsa, sino a los guarismos económicos), nos volvimos a casa en la primera ronda.

El presidente que más mundiales transitó fue Carlos Menem, quien estuvo en 1990, 1994 y 1998. Pero nunca pudo festejar un campeonato.
Si nos atenemos a las estadísticas deportivas, esta vez es probable que Cristina Kirchner sea la primera peronista en la Casa Rosada en recibir un equipo campeón, ya que salvo Suecia 1970, en América siempre ganaron equipos americanos y en Europa siempre lo hicieron europeos.

Si eso es así, la probabilidad de cumplir el sueño mundialista es más elevada que en años anteriores.

De un modo u otro, esta vez los números son mucho mejores que en los mundiales de 1978, 1982, 1986, 1990 y también 1996 y 2002.
Sólo 2010 y 1994 presentan números comparativamente iguales o mejores. pero algo es claro, nunca antes habíamos tenido una selección tan poderosa como ésta, salvo claro, en aquel mágico 1986.

Esperemos que esta vez nos acompañen los resultados, no sólo en el verde césped, sino también en los fríos números.

*Economista. UBA.

Jugadores caros
El valor de la selección argentina de fútbol es de unos US$ 596 millones mientras que sólo Leo Messi tiene una cotización, como mínimo de US$ 165 millones.
Aquí la relación resulta ventajosa para nosotros ya que la Selección entera de Estados Unidos tiene un valor de poco menos de US$ 49 millones. Es decir, no vale ni la tercera parte de nuestro querido Leo.
El punto más destacable es que Argentina, cuya selección hoy es la tercera más cotizada del mundo luego de España y Alemania, ha sido la que peor resultado tuvo desde 1994 hasta la fecha en relación con su valor de mercado.
En resumen, jugadores caros y resultado malos.

jueves, 15 de mayo de 2014

Para El Cronista - "El empresario que se quede inmóvil tendrá un resultado asegurado: el fracaso”


z ¿Qué temas, además de costos, deberían considerar las pymes al proyectar el segundo semestre?
La posible modificación en aportes patronales para nuevos empleados es un factor. Aunque, hoy, no son muchas las firmas que toman personal, regularizar la situación de empleados es un beneficio. Otro tema es el aspecto comercial: la venta se hace dura y la cobranza más. Es hora de reforzar las estrategias comerciales. Lo que, hasta hace un tiempo, se despachaba, hoy requiere de planificación estratégica. Los empresarios pyme deben perfeccionar su gerenciamiento, incorporar recursos profesionales, planificar, repensar sus estructuras de costos e imaginar a dónde ven sus firmas en el mediano plazo. Así, podrán comenzar a actuar hoy. Quién se quede inmóvil tendrá un resultado asegurado: el fracaso.

z Para una pyme, frente a la inflación, ¿es tiempo de endeudarse?
Si el costo de endeudarse es inferior al crecimiento que genera la palanca financiera, la deuda tiene sentido; si no, no conviene. Sirve acopiar mercadería, que rinde más que una colocación financiera tradicional. Y es tiempo de revisar el asesoramiento profesional recibido. No hay que regalar un peso de impuestos mal liquidados o temas legales mal encaradas. Profesional que no suma, un paso al costado.

z Ha dicho que, en un contexto inflacionario, los salarios deberían pagarse cada 15 días. ¿Cómo repercutiría en la pyme?
Si es implementado de modo racional, no debería ser un inconveniente; habría que tomarlo como un adelanto, sin necesidad de efectuar liquidaciones complejas ni aportes, las cuales habría que seguir practicando regularmente en el período que se efectúa hoy. Si fuera una constante para todos, dinamizaría la demanda, ya que los gastos más elevados se dejan de lado por la falta de crédito y la distancia temporal que se dan entre una y otra liquidación de haberes para el asalariado. Es para analizar.

z ¿Cómo podría potenciarse la marca país para que las pymes mejoren su desempeño?
Es un desafío, que tiene que ver con una estrategia multifocal, dado que debe atacar varios frentes, a saber: cambiario, del servicio exterior y del desarrollo público- privado. Es decir, sin un tipo de cambio acorde, a menos que por arte de magia transformemos la función de producción de nuestra economía, será difícil competir en el mundo. En cuanto al servicio exterior, se hace imperioso contar con una política más agresiva y coordinada para la apertura de nuevos mercados, lo cual no es sencillo, si estamos peleados con todo el mundo y le complicamos el ingreso de mercadería a quienes les queremos vender. Finalmente, en cuanto al desarrollo, la idea de conquistar mercados mucho más grandes que el nuestro, sin la colaboración tecnológica y financiera del estado, se terminan por frustrar los planes de las pymes, ya que, cuando avanzan en un nuevo mercado, se enfrentan a pedidos de una envergadura tal que los deja expuestos financieramente al tiempo que ni siempre cuentan con la tecnología de producción o de la información necesarias para cumplir, más allá de un par de pedidos, sino para establecer una relación duradera entre proveedor y cliente.

z ¿El dólar seguirá marcando la agenda pyme? ¿En cuánto estima que cerrará a fin de año?
El dólar pierde el terreno que ganó en enero frente a los precios y el Gobierno deberá decidir cómo lo corrige. Creo que hay pujas dentro del Gobierno para tratar de volver a usar al dólar como ancla inflacionaria mientras que otro sector está a favor de que el dólar se mueva en línea con los precios. Si triunfa la primera postura, cerrará 2014 cerca de $ 9, mientras que si se impone la segunda visión, es probable que se ubique entre $ 10 y $ 10,40. Todo ello, claro está, si no sufrimos ninguna noticia determinante del exterior, ya que, en ese caso, habría que responder a esta pregunta nuevamente.

z ¿Es optimista a mediano plazo?
La Argentina que vemos hoy es muy diferente de lo que veremos en dos o tres años. Estoy convencido de que una vez que se disipe el riesgo de default técnico, que implica la situación vigente con los fondos buitre, y cuando se avance en la solución con el Club de París, el país retornará a los mercados de crédito y volverá a ser un importante polo de atracción de inversión extranjera. Eso, además, se va a potenciar porque el valor de los activos argentinos hoy es muy inferior al de activos similares en el resto de la región. Todo ello, sumado al sesgo pro mercado que están demostrando los principales candidatos a la sucesión presidencial y que, además, muestra el propio Gobierno en el giro de su política económica de los últimos meses. Con todo esto, es muy probable que veamos una economía robusta hacia 2016 o 2017, con un lustro de crecimiento por delante, de no mediar situaciones internacionales que compliquen el panorama.
Laura Mafud

jueves, 8 de mayo de 2014

Para Diario el Sol de Mendoza - Claves para ser un consumidor inteligente





Mientras la tasa de inflación esperada para este año en Argentina asciende a valores en torno de los 30 puntos, el crecimiento de nuestra economía se estaría situando en valores cercanos a 0%.

Esta situación presenta un panorama donde la demanda no crece y los precios sí lo hacen, al tiempo que la oferta de bienes y servicios parece no aumentar.

En este contexto, los consumidores argentinos somos objeto de diversas estrategias para captar nuestra atención, que nos prometen precios inmejorables.

La información que contienen los precios actualmente resulta parcialmente incompleta y es un dato de la realidad que, dados los permanentes movimientos de precios, comparar se vuelve una tarea realmente difícil.

¿Cuánto vale una remera de algodón? ¿Cuál es el precio de una notebook estándar? ¿Cuánto sale un kilo de tomate? ¿Cuál es el precio de la nafta súper?

Seguramente, el lector podría responder algunas de estas preguntas, difícilmente pueda contestar todas ellas, peor aún, si camina un poco, verá que el mismo producto presenta importantes variaciones de precio según la zona geográfica en que se encuentre exhibido.

Cuando el contexto es inflacionario, caminar se torna una conducta recomendable, ya que la comparación se hace más provechosa, porque los precios varían constantemente.

En este sentido, definir pautas de consumo inteligente resulta altamente beneficioso a la hora de hacer rendir más nuestro dinero.

En economía se suele decir que “nada es gratis”, por esto es importante recordar que, a la hora de comprar, solemos encontrar precios determinados por la zona geográfica en que se encuentre situada la boca de expendio. Siempre es bueno aprovechar tantas cuotas sin interés como nos ofrezcan para adquirir los productos, no hay que tenerles miedo a las cuotas sino a la falta de planificación. Pensemos que si compramos y consumimos algo hoy y lo pagamos en varias cuotas, al momento de terminar de pagarlo, es muy probable que ese producto haya subido de precio.

Ser un consumidor inteligente significa hacer uso de todos los recursos disponibles para maximizar el rendimiento de nuestro dinero disponible para gastar. Para ello es bueno establecer algunas acciones que nos ayuden a tener éxito en esta empresa.

Los pasos del consumidor inteligente a tener en cuenta son: planificar, informarse, elegir, actuar, comprometerse y participar, evaluar, concluir y repensar.

PLANIFICAR. Hacer un presupuesto de lo que vamos a gastar para cubrir nuestras necesidades. Un consumidor inteligente gasta y ahorra para lograr satisfacer sus necesidades, no evita gastos superfluos, simplemente los identifica para valorar mejor esa decisión.

INFORMARSE. Respecto de los productos y de las ofertas, quienes tienen tarjetas pueden suscribirse para recibir mails sobre las promos. También los bancos ofrecen sms (con costo) y los diarios publican las ofertas del día. Algunas páginas de internet ofrecen sistemas para comparar precios más competitivos. Esto le permite comprar productos servicios y precios diferenciales respecto del resto de los consumidores.

ELEGIR. Si bien todos estamos influenciados por las publicidades sobre productos y servicios, el consumidor conoce cada vez más sobre lo que compra, con lo cual a la hora de elegir considera: precio, calidad del producto, sus componentes, la empresa que lo hace, la garantía, rapidez en la entrega, experiencias de otros consumidores y relación precio/producto.

ACTUAR Y COMPROMETERSE. Al consumidor inteligente le preocupan el medioambiente y el bienestar (cuidar el presupuesto y nuestro entorno) por lo que realiza las siguientes acciones: compartir el viaje en auto al trabajo, usar transporte público o alternativo como la bicicleta, consumir productos de origen comprobable con fabricantes comprometidos con el medioambiente, no consumir productos cuyos fabricantes estén vinculados a trabajo esclavo o que tengan comportamientos contrarios a los intereses de la comunidad, conocer sus derechos y obligaciones y hacerlos valer, acudir a Defensa del Consumidor y llamar a los entes reguladores de servicio públicos cuando es necesario.

EVALUAR. Además, el consumidor inteligente evalúa y realiza los siguientes ejercicios: compara los gastos que planificó contra los que realmente realizó, calcula la diferencia, mide el desvío y se hace cargo.

CONCLUIR Y REPENSAR. El consumidor inteligente analiza en qué se cumplió su presupuesto y en qué casos no se cumplió. Verifica los casos en que no se cumplió y replantea el presupuesto. O no.

Entiende que el presupuesto representa un promedio.

Toma acción directa allí donde claramente hay gastos insostenibles con su nivel de ingresos e involucra en el análisis al grupo familiar.

REFLEXIONAR. Consumir de manera inteligente implica comprometer a toda la familia en ello. Para esto es esencial que todos aporten su punto de vista y sus problemas particulares.

Escucharnos dentro de la familia aporta una dosis de racionalidad al momento de pensar la forma en que consumimos y puede redundar en beneficios para todos.

Todos tenemos algo para decir siempre, aunque la decisión final la tomen una o dos personas.

El mejor presupuesto no es el de los que gastan menos, sino el que permite que, con los recursos existentes, todos estén lo más conformes posible.

Al final de cuentas, consumir de forma inteligente, no suele ser tarea sencilla, y en tiempos de inflación mucho menos.

Sin dudas, caminar, estar atentos, planificar y ser ordenados son los secretos de aquellos que mejor lo hacen.

martes, 6 de mayo de 2014

Para Diario el Sol de Mendoza - Más peligroso que ser necio es ser inútil

Por Matías Tombolini. Un gobierno no es una banda de amigos. Un gobierno debería ser algo más bien cotidiano, gris, habitual, orgánico, normal.



La función ejecutiva es, sin dudas, una de las tareas más difíciles que se pueden ejercer. Es ingrata por definición, ya que, cuando se administran intereses de la sociedad en su conjunto, estos son contradictorios

per se, lo cual implica que en la toma de decisiones siempre queda alguien descontento.


La búsqueda del bien común, la idea de progreso, implica de un modo u otro privilegiar sectores respecto de otros, en el entendimiento que dicha acción traerá a la postre mejoras en el desarrollo del conjunto.

Resolver entre eficiencia y equidad suele ser antipático pero forma parte del hecho de gobernar.

Como la toma de decisiones es un proceso complejo que deja heridas y enemigos, es lógico que quien gobierna durante un tiempo prolongado estime que las críticas dejan de ser el resultado de una evaluación objetiva (dentro de la subjetividad propia de los seres humanos) sino que responden en forma directa al juego de intereses y la vocación de conseguir el poder de quien es criticado; transformando la crítica en un elemento de lucha o hasta una acción disruptiva, en lugar de ser un aporte para buscar mejorar una situación determinada.

Es aquí donde podría ser entendible la necedad, la incapacidad de tomar elementos concretos de la crítica y utilizarlos como insumos de un proceso reflexivo cuya síntesis permita evolucionar, avanzar en un sentido positivo del paradigma político vigente para quien gobierna.

El problema es cuando lo que reina es la inoperancia, cuando la necedad galvaniza una posición y evita el diálogo interno de los mismos hacedores de política hacia el interior del Gobierno.

Aquí no se trata de fluidez del diálogo. Un gobierno no es una banda de amigos con buena onda, por más que algunas de las propuestas electorales fashion que vemos en estos días pretendan hacernos creer eso.

Un gobierno debería ser algo más bien cotidiano, gris, habitual, orgánico, normal.

Pueden no llevarse bien sus integrantes, pueden hablar poco, pueden no ser cool, pueden ser antipáticos, pero lo que no pueden ser es ineptos. Es decir, no pueden tratar de aplicar soluciones siempre iguales para problemas similares y esperar resultados diferentes. No pueden carecer de planificación de mediano plazo, no pueden mantener en vilo a la sociedad a la espera de cuál será la próxima medida, no pueden mentir con las estadísticas, no pueden presentar iniciativas que se contradicen con la siguiente sólo unos meses después. No pueden hacer un default energético y enojarse con las consecuencias sin evaluar su impacto en la vida del pueblo. No pueden justificar los fracasos en el accionar de terceros para volver a fracasar con la iniciativa siguiente.

Con la oposición pasa exactamente lo mismo, pero al revés, podríamos aceptar que sean necios, pero es inaceptable que nos quieran hacer creer que podemos discutir los grandes temas en debates televisivos de 15 minutos, entre gritos y chicanas. O que, con globos de colores, actos de diseño y sonrisas ultrablancas vamos a tener una alternativa seria para el desarrollo del país.

Hace unos días, por Cadena Nacional, tuvimos anuncios para todos los gustos. Claramente, en materia de Impuesto a las Ganancias, las noticias brillan por su ausencia; lo mismo que las noticias sobre las asignaciones universales así como familiares, por mencionar aspectos que nos involucran a todos y que siguen sin ser abordados.

Sin dudas que la refinanciación provincial es positiva y la defensa de industrias nacionales también lo es. Del mismo modo, debemos anotar en el activo los anuncios en materia de derechos laborales para el personal doméstico.

En el frente externo, desde comienzos de año, lo que vemos es una actitud de comportamiento “ortodoxo” en la búsqueda de retornar a los mercados internacionales que caracteriza esta etapa, al tiempo que el Gobierno dejó de lado la épica del desendeudamiento y la crítica a los países centrales.

Sin embargo, unos y otros hacen todo lo posible por no hacerse cargo de los problemas reales. Parece una constante de nuestro comportamiento como sociedad. Lo que nos pasa siempre es responsabilidad de un tercero, que, además, es maligno y sólo pretende perjudicarnos a nosotros.

Mientras todo esto sucede, la inflación sigue haciendo estragos en los bolsillos de los consumidores y restando competitividad a nuestra economía, al tiempo que no se ve una sola propuesta que exceda el tiempo televisivo de una entrevista.

Insisto, el problema no es que veamos que nos conducen necios, lo grave es que terminemos por caer en la cuenta de que son inútiles.

Para Infobae - Comparto la entrevista que me hizo Carlos Mira sobre la marcha de la economía

http://www.infobae.com/2014/05/05/1562040-matias-tombolini-analiza-la-actualidad-economica?post_id=1120785034_10202928517230186#_=_

lunes, 5 de mayo de 2014

Para la voz del interior en Cordoba - “Todos somos formadores de precios”

Para Matías Tombolini, el país no atraviesa una crisis, sino una “turbulencia severa”.

Por Marcela Pistarini
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Matías Tombolini forma parte de la nueva camada de jóvenes economistas, capaces de conjugar una mirada técnica de la realidad con un lenguaje llano y fácil de entender para el ciudadano de a pie.
En diálogo con La Voz del Interior, Tombolini destacó la necesidad de contener la inflación, para recomponer la confianza y mejorar las expectativas. El economista, docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y titular de Tombolini & Asociados, dictó una charla en Córdoba invitado por la Universidad Tecnológica Nacional.
–¿Cuáles son hoy las perspectivas económicas para las Pyme?
–Son buenas ya que la devaluación mejoró su estructura de costos dolarizados, aunque la situación varía de acuerdo al sector. No obstante, estas perspectivas dependerán de varios factores, uno de ellos, el recorte a los subsidios que aplique el Gobierno.
–¿Y el escenario económico general para 2014?
–Argentina enfrentó un primer bimestre muy difícil. Una inflación acumulada de 7,2 por ciento es altísima. La encrucijada a la que se enfrenta el Gobierno es cómo recomponer los precios relativos, conteniendo a la vez la inflación. Para esto necesita mejorar las expectativas, porque todos somos formadores de precios. Un comerciante que tiene un negocio de venta de sweaters y le tiene que poner precio a la temporada otoño/invierno 2014 lo va a hacer en función de lo que cree que la mercadería de reposición le va a costar en el futuro, es decir, de su expectativa de inflación. Es una batalla que el Gobierno hoy está perdiendo.
–¿Cómo mejorarían las expectativas?
–Lo que sucede es que empezamos el año regulando las compras de osos de peluche en China y luego devaluamos. Estas medidas inconexas producen esta idea de que nadie sabe qué medida tomará el Gobierno la semana que viene, lo cual no ayuda en nada a morigerar las expectativas inflacionarias, y pesa a la hora de invertir. Y no me refiero a las grandes inversiones, sino a la persona que está pensando en cambiar el mostrador de su negocio y dice: “Esto ya lo viví, mejor espero”.
–La incertidumbre lo frena.
–En la medida en que el Gobierno no pueda despejar esa incertidumbre, va a ser muy difícil contener la inflación. Por supuesto que despejarla no es sólo una construcción de carácter económico. Existen intereses creados y hay gente que quiere profundizarla, porque aquí se mezcla la sucesión presidencial y la puja de liderazgos.
–¿Cómo ve este año y medio antes del recambio presidencial?
–Creo que Argentina no atraviesa una crisis económica, sino una turbulencia severa. Récord de exportaciones, cuentas externas relativamente estables y un nivel de endeudamiento razonable respecto al PIB, hacen de la Argentina un país viable. Pero es fundamental poner fin a la inflación; el aumento de salarios no la genera, sino que van siempre corriendo desde atrás. No coincido con la idea de que el empresario especulador y el ciudadano que no controla los precios son los responsables. La inflación no existe porque el empresario especula, sino al revés: el empresario especula porque hay inflación. En una frase: “la cura para la inflación es recuperar la confianza en nuestra propia moneda”.
–Difícil que un Gobierno en retirada genere confianza...
–No estoy tan seguro que sea imposible resolver el tema inflación en el último año de mandato, sobre todo, porque el de Cristina Fernández es un gobierno con un voto duro muy fuerte y que apuesta a la sucesión.