lunes, 16 de septiembre de 2013

Dado que no se pudo ver la versión digital completa, comparto aquí mi columna del domingo 8/9 en diario PERFIL - Mas peligroso que ser necio es ser inútil

Foto: Dado que no se pudo ver la versión digital completa, comparto aquí mi columna del domingo 8/9 en diario PERFIL

Mas peligroso que ser necio es ser inútil

La función ejecutiva es sin dudas, una de las tareas más difíciles que se puede ejercer. Es ingrata por definición, ya que cuando se administran intereses de la sociedad en su conjunto, estos son contradictorios per-se , lo cual implica que en la toma de decisiones siempre queda alguien descontento. 
La búsqueda del bien común, la idea de progreso implica de un modo u otro privilegiar sectores respecto de otros, en el entendimiento que dicha acción traerá a la postre mejoras en el desarrollo del conjunto. 
Resolver entre eficiencia y equidad suele ser antipático pero forma parte del hecho de gobernar. 
Como la toma de decisiones es un proceso complejo que deja heridas y enemigos es lógico que quien gobierna durante un tiempo prolongado estime que las críticas dejan de ser el resultado de una evaluación objetiva (dentro de la subjetividad propia de los seres humanos) sino que responden en forma directa al juego de intereses y la vocación de conseguir el poder de quién es criticado; transformando la crítica en un elemento de lucha o hasta una acción disruptiva en lugar de ser un aporte para buscar mejorar una situación determinada. 
Es aquí donde podría ser entendible, la necedad, la incapacidad de tomar elementos concretos de la crítica y utilizarlos como insumos de una proceso reflexivo cuya síntesis permita evolucionar, avanzar en un sentido positivo del paradigma  político vigente para quien gobierna.
El problema es cuando lo que reina es la inoperancia, cuando la necedad galvaniza una posición y evita el dialogo interno de los mismos hacedores de política hacia el interior del gobierno. 
Aquí no se trata de fluidez  del  dialogo. Un gobierno no es una banda de amigos con buena onda por mas que alguna de las propuestas electorales fashion que vemos en estos días, pretendan hacernos creer eso.  
Un gobierno debería ser algo mas bien cotidiano, gris, habitual, orgánico, normal. 
Pueden no llevarse bien sus integrantes, pueden hablar poco, pueden no ser cool, pueden ser antipáticos pero lo que no pueden ser es ineptos.  Es decir, no pueden tratar de aplicar soluciones siempre iguales para problemas similares y esperar resultados diferentes. No pueden carecer de planificación de mediano plazo, no pueden mantener en vilo a la sociedad a la espera de cual será la próxima medida, no pueden mentir con las estadísticas, no pueden presentar iniciativas que se contradicen con la siguiente solo unos meses después.  No pueden hacer un default energético, no pueden permitir que sea mas fácil importar un auto Alemán de alta gama que un tornillo para fabricar un auto nacional, no pueden hacer que sus políticas tengan como resultado  que el trigo cueste el doble aquí que en Uruguay. No pueden justificar los fracasos en el accionar de terceros para volver a fracasar con la iniciativa siguiente. 
Con la oposición pasa exactamente lo mismo,  pero al revés, podríamos aceptar que sean necios, pero es inaceptable que nos quieran hacer creer que en 40 días se puede armar una propuesta de gobierno o que con globos de colores, actos de diseño y sonrisas ultra blancas vamos a tener una alternativa seria para el desarrollo del país. 
Hemos transcurrido  un par de  semanas con anuncios para todos los gustos. Claramente en materia de impuesto a la ganancias las noticias son buenas, pero nuevamente de corto plazo y con una implementación que deja mucho que desear en cuanto a la aplicación de las escalas y la forma en que esto se pueda actualizar en el futuro. 
En el frente externo se sigue en una actitud reactiva por demás, donde el corolario termina siendo, que luego del haber pagado 173 mil  millones de dólares en una década tenemos que encomendarnos a dios para que ilumine a los jueces de la corte de Estados Unidos. 
Seguimos viendo como unos y otros hacen todo lo posible por no hacerse cargo, parece una constante de nuestro comportamiento como sociedad.  Lo que nos pasa siempre es responsabilidad de un tercero, que además es maligno y sólo pretende perjudicarnos a nosotros. 
Mientras todos esto sucede la inflación sigue haciendo estragos en los bolsillos de los consumidores y restando competitividad a nuestra economía, al tiempo que no se ve una sola propuesta que exceda el tiempo televisivo de una entrevista. 
Insisto el problema no es que veamos que nos conducen necios, lo grave es que terminemos por caer en la cuenta que son inútiles.La función ejecutiva es sin dudas, una de las tareas más difíciles que se puede ejercer. Es ingrata por definición, ya que cuando se administran intereses de la sociedad en su conjunto, estos son contradictorios per-se , lo cual implica que en la toma de decisiones siempre queda alguien descontento. 
La búsqueda del bien común, la idea de progreso implica de un modo u otro privilegiar sectores respecto de otros, en el entendimiento que dicha acción traerá a la postre mejoras en el desarrollo del conjunto. 
Resolver entre eficiencia y equidad suele ser antipático pero forma parte del hecho de gobernar. 
Como la toma de decisiones es un proceso complejo que deja heridas y enemigos es lógico que quien gobierna durante un tiempo prolongado estime que las críticas dejan de ser el resultado de una evaluación objetiva (dentro de la subjetividad propia de los seres humanos) sino que responden en forma directa al juego de intereses y la vocación de conseguir el poder de quién es criticado; transformando la crítica en un elemento de lucha o hasta una acción disruptiva en lugar de ser un aporte para buscar mejorar una situación determinada. 
Es aquí donde podría ser entendible, la necedad, la incapacidad de tomar elementos concretos de la crítica y utilizarlos como insumos de una proceso reflexivo cuya síntesis permita evolucionar, avanzar en un sentido positivo del paradigma político vigente para quien gobierna.
El problema es cuando lo que reina es la inoperancia, cuando la necedad galvaniza una posición y evita el dialogo interno de los mismos hacedores de política hacia el interior del gobierno. 
Aquí no se trata de fluidez del dialogo. Un gobierno no es una banda de amigos con buena onda por mas que alguna de las propuestas electorales fashion que vemos en estos días, pretendan hacernos creer eso. 
Un gobierno debería ser algo mas bien cotidiano, gris, habitual, orgánico, normal. 
Pueden no llevarse bien sus integrantes, pueden hablar poco, pueden no ser cool, pueden ser antipáticos pero lo que no pueden ser es ineptos. Es decir, no pueden tratar de aplicar soluciones siempre iguales para problemas similares y esperar resultados diferentes. No pueden carecer de planificación de mediano plazo, no pueden mantener en vilo a la sociedad a la espera de cual será la próxima medida, no pueden mentir con las estadísticas, no pueden presentar iniciativas que se contradicen con la siguiente solo unos meses después. No pueden hacer un default energético, no pueden permitir que sea mas fácil importar un auto Alemán de alta gama que un tornillo para fabricar un auto nacional, no pueden hacer que sus políticas tengan como resultado que el trigo cueste el doble aquí que en Uruguay. No pueden justificar los fracasos en el accionar de terceros para volver a fracasar con la iniciativa siguiente. 
Con la oposición pasa exactamente lo mismo, pero al revés, podríamos aceptar que sean necios, pero es inaceptable que nos quieran hacer creer que en 40 días se puede armar una propuesta de gobierno o que con globos de colores, actos de diseño y sonrisas ultra blancas vamos a tener una alternativa seria para el desarrollo del país. 
Hemos transcurrido un par de semanas con anuncios para todos los gustos. Claramente en materia de impuesto a la ganancias las noticias son buenas, pero nuevamente de corto plazo y con una implementación que deja mucho que desear en cuanto a la aplicación de las escalas y la forma en que esto se pueda actualizar en el futuro. 
En el frente externo se sigue en una actitud reactiva por demás, donde el corolario termina siendo, que luego del haber pagado 173 mil millones de dólares en una década tenemos que encomendarnos a dios para que ilumine a los jueces de la corte de Estados Unidos. 
Seguimos viendo como unos y otros hacen todo lo posible por no hacerse cargo, parece una constante de nuestro comportamiento como sociedad. Lo que nos pasa siempre es responsabilidad de un tercero, que además es maligno y sólo pretende perjudicarnos a nosotros. 
Mientras todos esto sucede la inflación sigue haciendo estragos en los bolsillos de los consumidores y restando competitividad a nuestra economía, al tiempo que no se ve una sola propuesta que exceda el tiempo televisivo de una entrevista. 
Insisto el problema no es que veamos que nos conducen necios, lo grave es que terminemos por caer en la cuenta que son inútiles.
Resolver entre eficiencia y equidad suele ser antipático pero forma parte del hecho de gobernar. Como la toma de decisiones es un proceso complejo que deja heridas y enemigos es lógico que quien gobierna durante un tiempo prolongado estime que las críticas dejan de ser el resultado de una evaluación objetiva (dentro de la subjetividad propia de los seres humanos) sino que responden en forma directa al juego de intereses y la vocación de conseguir el poder de quién es criticado; transformando la crítica en un elemento de lucha o hasta una acción disruptiva en lugar de ser un aporte para buscar mejorar una situación determinada. Es aquí donde podría ser entendible, la necedad, la incapacidad de tomar elementos concretos de la crítica y utilizarlos como insumos de una proceso reflexivo cuya síntesis permita evolucionar, avanzar en un sentido positivo del paradigma político vigente para quien gobierna.El problema es cuando lo que reina es la inoperancia, cuando la necedad galvaniza una posición y evita el dialogo interno de los mismos hacedores de política hacia el interior del gobierno. Aquí no se trata de fluidez del dialogo. Un gobierno no es una banda de amigos con buena onda por mas que alguna de las propuestas electorales fashion que vemos en estos días, pretendan hacernos creer eso. Un gobierno debería ser algo mas bien cotidiano, gris, habitual, orgánico, normal. Pueden no llevarse bien sus integrantes, pueden hablar poco, pueden no ser cool, pueden ser antipáticos pero lo que no pueden ser es ineptos. Es decir, no pueden tratar de aplicar soluciones siempre iguales para problemas similares y esperar resultados diferentes. No pueden carecer de planificación de mediano plazo, no pueden mantener en vilo a la sociedad a la espera de cual será la próxima medida, no pueden mentir con las estadísticas, no pueden presentar iniciativas que se contradicen con la siguiente solo unos meses después. No pueden hacer un default energético, no pueden permitir que sea mas fácil importar un auto Alemán de alta gama que un tornillo para fabricar un auto nacional, no pueden hacer que sus políticas tengan como resultado que el trigo cueste el doble aquí que en Uruguay. No pueden justificar los fracasos en el accionar de terceros para volver a fracasar con la iniciativa siguiente. Con la oposición pasa exactamente lo mismo, pero al revés, podríamos aceptar que sean necios, pero es inaceptable que nos quieran hacer creer que en 40 días se puede armar una propuesta de gobierno o que con globos de colores, actos de diseño y sonrisas ultra blancas vamos a tener una alternativa seria para el desarrollo del país. Hemos transcurrido un par de semanas con anuncios para todos los gustos. Claramente en materia de impuesto a la ganancias las noticias son buenas, pero nuevamente de corto plazo y con una implementación que deja mucho que desear en cuanto a la aplicación de las escalas y la forma en que esto se pueda actualizar en el futuro. En el frente externo se sigue en una actitud reactiva por demás, donde el corolario termina siendo, que luego del haber pagado 173 mil millones de dólares en una década tenemos que encomendarnos a dios para que ilumine a los jueces de la corte de Estados Unidos. Seguimos viendo como unos y otros hacen todo lo posible por no hacerse cargo, parece una constante de nuestro comportamiento como sociedad. Lo que nos pasa siempre es responsabilidad de un tercero, que además es maligno y sólo pretende perjudicarnos a nosotros. Mientras todos esto sucede la inflación sigue haciendo estragos en los bolsillos de los consumidores y restando competitividad a nuestra economía, al tiempo que no se ve una sola propuesta que exceda el tiempo televisivo de una entrevista. Insisto el problema no es que veamos que nos conducen necios, lo grave es que terminemos por caer en la cuenta que son inútiles.

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