martes, 26 de marzo de 2013

Comparto nota que me realizaron para la Revista Nueva. - "Se empieza por casa"


Se empieza por casa


Los vaivenes financieros nos obligan a tomar cartas en el asunto para que nuestro dinero resulte más rendidor. ¿Qué es ser un consumidor inteligente? ¿Conviene comprar en cuotas? ¿Hay que ahorrar o invertir? Aquí, las claves de la economía cotidiana para hacer bien los números puertas adentro… y desde chicos.


A migarse con las finanzas no es tarea para cualquiera. Pero como debiera serlo, en los tiempos que corren proliferan los libros y los especialistas que nos explican cómo no ahogarnos en un vaso de agua y nos aconsejan sobre algo que es imprescindible en la actualidad: cuidar el bolsillo y, a la vez, engrosarlo (lo que es mejor todavía). La economía diaria es parte de la columna vertebral en cualquier país, sobre todo en el nuestro, donde términos como “desigualdad”, “crisis”, “regulaciones impositivas” y “volatilidad”, por mencionar solo algunos, se transformaron en moneda corriente (chistes al margen). La idea, entonces, no es solo ajustarse los cinturones para pasar el invierno, sino comprender la cuestión y conseguir el mayor de los réditos. O sea que si los balances que hace entre las cuatro paredes de su hogar le parecen verdaderos jeroglíficos, tómese un té, relájese y deje los temores en la puerta. Hay que animarse y familiarizarse con los números.


Para?Matías Tombolini, experto en Economía, debemos conver-tirnos en consumidores inteligentes. Internet es una gran aliada para conseguirlo.


Para ello, qué mejor que la voz autorizada de Matías Tombolini, economista, consultor y docente universitario de la Universidad de Buenos Aires (UBA), dueño de una mirada original en cuanto al rol de la economía en el día a día. Y, ojo, porque las tácticas que él propone en esta nota no están dirigidas solo a los adultos, sino también a los niños y los adolescentes. 


Pero no nos apresuremos. Para empezar, detectemos el asunto más importante que tenemos que afrontar en este 2013 que ya puso primera. De acuerdo con Tombolini, un punto que hay que tener en cuenta es la suba de precios. “El inconveniente no es la inflación en sí misma, sino sus consecuencias”, advierte este licenciado en Economía, con máster en Relaciones Económicas Internacionales y posgrado en Historia del Pensamiento Económico. “Para ello, es imperioso estar al tanto del valor de las cosas por todos los medios de información de los que disponemos. Además, debemos comenzar a comportarnos como consumidores inteligentes”.


–¿Cómo es eso, Matías? ¿Cómo podemos hacer para convertirnos en consumidores inteligentes?


–Lo que debemos discernir es que para enfrentar la inflación, las soluciones implican tomar caminos diferentes como consumidores. El dilema es que a muchos de ellos nunca los hemos recorrido. Si al hacer nuestras compras no maximizamos el uso de las alternativas de ahorro que nos presentan las grandes cadenas y aun los pequeños comercios, estaremos desperdiciando elementos para paliar el efecto inflacionario. Hoy, pagar en efectivo, si cobramos el sueldo en el banco y si tenemos tarjeta de débito, es, sencillamente, un error. Tenemos que echar mano a todos los recursos, prever nuestras compras y usar el día exacto del descuento con nuestro medio de pago. Ser un consumidor inteligente supone una serie de requisitos ineludibles: planificar, informarse, elegir, actuar, comprometerse, participar, evaluar, concluir y repensar.


–¿La tecnología, todopoderosa como es, nos puede ayudar a ahorrar o a que nos resulte más eficiente nuestro dinero?


–Por supuesto…



–¿Y cómo?


–Hay que exprimir al máximo Internet e interiorizarse de las promociones o los grupos de descuento tan conocidos y demandados. La tecnología nos permite estar atentos tanto a las ofertas regulares como a las de último momento. Por otra parte, podemos suscribirnos a los mensajes de texto de nuestro banco o a las “alertas” de los sitios especializados. Los argentinos debemos tomar conciencia de que hay que hacer los deberes para no tener que romper el chanchito. Por ejemplo, si vamos a cenar afuera, podemos obtener descuentos de hasta el cincuenta por ciento solo con imprimir un voucher o reservando telefónicamente con anterioridad a través de nuestra tarjeta de crédito o del sitio web por el que estemos navegando. Con los teléfonos inteligentes podemos incluso vincular las ofertas a nuestra ubicación geográfica a fin de poder obtener más provecho.


–¿Qué otros debates económicos tiene en la cabeza el argentino promedio?


–Otro problema, en menor escala, es la vivienda. Si bien es un mal estructural de estos pagos, en el presente se ve reforzado porque hace años que se hace literalmente imposible acceder a un crédito para comprar una propiedad, dado que la relación cuota/ingreso no cierra en cuanto a los valores de la cuotas que se establecen. Dados el plazo y el interés, esos importes son muy elevados. En este sentido, es poco lo que podemos hacer. Dependemos más de la voluntad del banco y las condiciones imperantes para poder tomar un crédito y soñar con hacer realidad el anhelo del techo propio.


–Comprar en cuotas, ¿sí o no?


–Para mí es una gran idea, siempre que abonemos el total del resumen de la tarjeta de crédito. ¿Por qué? Porque si solo pagamos el mínimo, el interés será elevadísimo. Ahora bien, si podemos afrontar el total del resumen de la tarjeta, comprar algo en doce cuotas supone ganar la variación mensual de los precios, ya que las cuotas son fijas. En épocas de inflación, no hay que tenerle miedo a la compra en cuotas… ¡más bien, todo lo contrario!


–Matías, situémonos en la piel de alguien sin mentalidad de negocios. ¿Qué podemos hacer para aumentar nuestra riqueza? ¿Ahorramos o invertimos?


–En estos tiempos, la mejor estrategia pasa por entender que lo perfecto es enemigo de lo bueno. Lo traducimos: si hoy tenés cincuenta mil pesos y no decidiste qué hacer, andá al banco lo antes que puedas y ponelos en un plazo fijo por al menos treinta días mientras pensás cuál es la mejor alternativa para tu inversión. Digo esto porque, en reiteradas ocasiones, nos enroscamos en análisis complicados sobre cuál es “la” inversión y no nos damos cuenta de que pasan los meses y, con ellos, nuestro dinero vale cada vez menos. Lo único que no hay que hacer es mantener el dinero inmóvil: es preferible consumirlo.


–¿Hay negocios con éxito asegurado?


–En 2012, las inversiones más rendidoras estuvieron vinculadas a los bonos de la deuda nacional –como el boden 2015, que rindió más del 44%–. Ahora, si deseamos ahorrar con un objetivo concreto, podemos abocarnos a algo más simple, como un plan de ahorro automotor, donde si bien es posible que nos ajusten la cuota todos los meses según el valor del auto, lo cierto es que las cuotas que ya pagamos se toman al valor histórico, y el costo de la variación no tenemos que asumirlo nosotros.


De ese modo, si pagamos una cuota de $100 y al mes siguiente una de $103, no deberemos pagar los tres pesos de diferencia con la primera cuota, sino que esta se actualiza de forma automática y así protege, al menos parcialmente, el valor de nuestro ahorro. La bolsa de comercio en 2012 tuvo un rendimiento bastante pobre comparado con la inflación, pero este año luce mucho más atractiva. Lo que sí considero que no será un buen negocio es comprar dólar ilegal, ya que, amén de ser ilegal, no creo que la diferencia de precio entre su valor de comienzo de año y el de fin de año sea mucho más elevada que la inflación anual –a menos que tengamos una crisis imprevista, que no avizoro en el horizonte–.

Ellos también


Por diversos motivos (modernidad, adelantos tecnológicos, etcétera), los niños son una pata más de la mesa económica de una familia. Tienen voz y voto, ya que participan de la toma de decisiones de la casa. Por ello, se tornó fundamental instruirlos financieramente. “Hay que enseñarles el valor del dinero”, sugiere Tombolini. “Se precisa paciencia, tolerancia, sensatez y muchas ganas de compartir. La clave pasa por encontrar los espacios y los instantes en los que, a través del juego u otras acciones, los papás podamos acercarle al niño una noción distinta del dinero.


Para lograrlo, hay instancias previas en las que los adultos tenemos que revisar cuál es nuestra relación con este bien. Uno de los primeros pasos, por ejemplo, es hacerles saber que no es algo sucio, sino que lo recibimos como producto de nuestro trabajo y que lo debemos utilizar para adquirir los bienes o servicios que necesitamos”. Para el especialista, la conducta adolescente suele ser caótica y sorprendente… hasta para ellos mismos: “Así, pueden inclinarse tanto por la cultura de lo despojado como pasarse del lado de la ostentación. Por eso, hay que generarles responsabilidades con respecto al dinero y su uso, y auxiliarlos con ese orden”.

–Matías, ¿algunos consejos para poner manos a la obra con nuestros chicos?


–Es necesario instaurar un nuevo paradigma e implementar pautas sustanciales. ¿Recomendaciones? Volverlos protagonistas del armado del presupuesto familiar para que tomen conciencia de sus/nuestras facultades económicas. Darles una mesada e incentivarlos a manejarla inteligentemente, para que administren, estimen costos y evalúen aprovechar, por ejemplo, los útiles de otros años. No premiar el buen desempeño escolar con dinero o no sacarles la mesada si sus notas no son brillantes o suficientes. Y emplear oportunamente el “no” para limitar o erradicar el capricho de comprar por comprar, lo que evitará que repliquen esta actitud cuando sean mayores.


El boom


Basta recorrer los rincones de las librerías para dar cuenta del fenómeno de los textos dedicados a explicarnos los entretelones de los números que condicionan nuestro día a día. Como botón de muestra, aquí van algunos de los más destacados.


•Economía seria pero no solemne: Juan Carlos de Pablo transcribe cien entrevistas imaginadas en las que “dialoga” sobre lo que acontece actualmente en la economía con aquellos que fundaron corrientes, escuelas, teorías y filosofías, como Adam Smith o John Keynes.


•Otra vuelta a la economía: Martín Lousteau y Sebastián Campanario dan vuelta la economía, la aceleran, la frenan y la ponen patas para arriba. Intentan develar un sinfín de interrogantes, entre ellos: ¿Por qué nadie predijo la crisis global? ¿Cuánto falta para usar dinero virtual? ¿Sería mejor que las mujeres manejen lasfinanzas globales? ¿Cómo organizar financieramente las vacaciones?


•50 cosas que hay que saber sobre economía: Edmund Conway, editor económico del Daily Telegraph, presenta y aclara las ideas básicas de la economía en cincuenta pequeños y claros ensayos. A través de ejemplos tomados de la vida real y comentarios de reputados economistas, ofrece una visión fascinante de todo el panorama económico y cómo este influye en nuestras vidas: desde la compra de una casa hasta el pago de los impuestos.


•Economía a contramano: ¿Por qué los economistas son gurúes? ¿Por qué los argentinos insisten en comprar dólares? ¿Qué nos ocultan las estadísticas? ¿Quién se ve favorecido cuando se simplifica el problema de la inflación? ¿Quiénes consolidan el poder financiero? ¿Cuál es el rol del Estado en la economía?


Las respuestas, de la mano del licenciado Alfredo Zaiat.


El fantasma de la pesificación



En los últimos tiempos, la frase “pensar en pesos” se transformó en una muletilla que despertó más temor que tranquilidad en los argentinos. Matías Tombolini, economista, consultor y docente universitario de la Universidad de Buenos Aires (UBA), pone los puntos sobre las íes. “Aunque suene extraño, eso es lo que hacemos habitualmente: pensamos y vivimos en pesos. Es decir, si fuera de otro modo, no podríamos percibir el impacto de la inflación tal como lo hacemos. Lo cierto es que a la hora de ahorrar es cuando se complica ‘pesificar nuestro cerebro’”, sentencia el experto.

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