martes, 31 de julio de 2012

Portfolio Personal - Los Niños y el Hiperconsumo


El consumo y los niños
En tiempos como los actuales, es imposible dejar de ver que los más chicos se han transformado en actores centrales de las estrategias comerciales de las grandes marcas. No hay compañía que a la hora de plantear su planeamiento comercial, olvide este segmento o que no lo considere, aunque más no sea en planes a futuro.


Si bien esta columna tiene que ver con economía y con cómo tratar de expresar ciertos conceptos de forma que resulten más amenos y asociados a nuestra vida cotidiana, en esta oportunidad pensé que sería interesante compartir con ustedes uno de los aspectos del cual la economía se ha comenzado a ocupar cada vez más y tiene que ver con la economía de comportamiento.
No se trata aquí de explicar qué es y qué abarca dicha rama de la ciencia sino de desarrollar un caso concreto, de esos que nos tocan en nuestra vida diaria. Es por eso que pensé en las relaciones entre dinero y niñez. Vínculos que deben ser abordados sin dogmas y con el foco puesto en los chicos más que en nuestros prejuicios.

En tiempos como los actuales, es imposible dejar de ver que los más chicos se han transformado en actores centrales de las estrategias comerciales de las grandes marcas. No hay compañía que a la hora de plantear su planeamiento comercial, olvide este segmento o que no lo considere, aunque más no sea en planes a futuro.

El nivel de consumo de los chicos hoy es muy elevado en los estratos sociales medio, medio alto y alto, siendo escaso en los niveles más bajos.

En los estratos sociales con menores ingresos, esta diferencia en la capacidad de acceder al consumo sienta las bases de un sentimiento de carencia que se pone de relieve con más crudeza que antes, ya que desde temprana edad los niños/as ven como sus pares acceden a niveles de consumo que a ellos/as les es esquivo.

Por otro lado, si miramos las clases medias, medias altas y altas; se observa que los chicos desde los 2 años han pasado de ser sujetos pasivos de las políticas comerciales de las empresas a constituir un mercado en sí mismo. El avance de cierto marketing infantil se tornó posible fundamentalmente a partir del aumento geométrico de la oferta de contenidos televisivos y digitales; así como también de medios gráficos.

Esto ocurrió en paralelo con un aumento en la cantidad y variedad de productos que se ofrecen desde lugares tradicionales como las jugueterías, hasta nuevos ámbitos como los restaurantes. Recordemos lo que dice una vieja ley de la economía: la oferta crea su propia demanda. Esta no fue la excepción.

En este sentido los niños en la actualidad sólo responden al conjunto de estímulos al que se ven sometidos y toda vez que no disponen de medios materiales para satisfacer sus nuevas "necesidades", su demanda de productos se da en dos planos, primero quieren la cosa en sí y luego demandan a su entorno familiar para que se los provea.

La exigencia de los chicos se basa en una sensación de carencia que se genera a partir de dos niveles. El primero es el que surge desde las empresas que pujan por vender más y que tienen estrategias publicitarias cada vez más sofisticadas; generando necesidades allí donde hace años no existían. El segundo tiene que ver con el tipo de rol que jugamos los padres. Y aquí es donde sucede que, muy a menudo, se da cierta mercantilización del vinculo; supliendo el tiempo de atención que los padres debemos dedicar a la relación con nuestros hijos/as a cambio de todo tipo de regalos que generan un determinado patrón de intercambio familiar en donde los chicos reclaman cosas como forma de pedir atención y los padres les damos cosas como manera de suplir el tiempo y cubrir la culpa.

Es decir, muchas veces somos los padres quienes cedemos o incluso propiciamos semejante nivel de consumo porque es mas fácil poner la relación en clave de "te doy o te quito", "de caro o barato"; que de presencia concreta.

Allí donde los chicos comparten tiempo con sus padres y donde se recompone el vínculo entre el juguete y el juego, es donde merma el reclamo de las cosas y aparece lugar para el reclamo de afecto.

Hay cierto sentido fetichista en la híper abundancia, donde los niños no saben ni lo que tienen, porque no le asignan valor ya que el valor está dado en recibir la cosa y que los padres la entreguen y no en para que sirve ese juguete y cómo juego con él.

Es decir, termina siendo más cómodo y menos comprometido regalar un chiche nuevo que sentarnos a jugar a las muñecas y recrear un espacio con nuestros hijos. Espacio que muchas veces ocupa la tele.

Vemos también que los chicos consumen rápidamente bienes y servicios que suponíamos que eran "cosas de adultos"; como celulares, ropa con diseño, mp3 y hasta cuatriciclos, spa de nenas y yoga para desestresarse. Lo cual no es ni más ni menos que el simple resultado de una estrategia.

Es decir, antes empezábamos a vincularnos con cierto tipo de consumo en la adolescencia, y desde allí madurábamos como consumidores. Hoy con chicos que tienen acceso a juguetes altamente sofisticados a los 3 años, es razonable pensar que a los 9 años son consumidores maduros que buscan acceder a bienes que antes sólo consumían los grandes. De hecho es habitual que veamos como los chicos de esa edad conocen características de los productos que nosotros desconocemos por completo.

Con todo esto, desde mi punto de vista lo mejor que podemos hacer es recrear el vínculo con nuestros hijos a partir de jugar con los chicos/as y prestarles atención sólo a ellos durante un periodo determinado.

Es decir, dejar lejos celulares, apagar la tele y sentarnos en su cuarto a jugar a los autitos, las muñecas o cualquier cosa. No hace falta estar dos horas, simplemente con estar quince minutos prestándoles TODA nuestra atención, podemos ayudar a reconfigurar el sentido de los bienes, que deben ser entendidos como un medio y no como un fin en sí mismo, al menos a esa edad.

Al final de cuentas se trata de ayudar a que nuestros hijos aprendan que los juguetes sirven para jugar y no para acumular. Sino, vamos a terminar teniendo chicos que son dueños de una juguetería domestica que sólo sirve para pedir el próximo juguete de moda, antes que criaturas que disfrutan de las cosas usándolas. Que para eso es que se supone que han sido concebidas.o no?

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